Yo he roto el silencio,
de mi boca ha salido una palabra
que recorre la Tierra,
he pronunciado tu voz,
porque tu nombre estaba escondido
entre mis labios
y en los rincones.
Te he llamado
y te he buscado casas
que son hombres,
casas con puertas abiertas
y con salones,
he amueblado tu estancia
y he convocado otras voces.
Yo he abierto las prisiones
donde estaba condenado
lo humano y lo divino,
porque el hombre se moría
sin saber que su destino
era la vida,
porque Dios agonizaba
entre los duros barrotes
de las cosas ya sabidas,
de la cruda indiferencia,
de las frases ya vacías.
Yo he rasgado la noche
y te he introducido en espacios
vacíos,
al son de risas y flores
y de lágrimas amigas,
que son delicados ríos
y van haciendo caminos.
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