Yo soy igual que el
sol
en su energía,
en su atrevida
aventura
y en su luz,
en su andar solitario
y solidario,
en su ardiente
corazón
de llanto cálido,
en sus potentes
llamas
y en su camino
marcado.
Yo soy lo mismo que
el aire,
transparente
y necesario en su
lugar,
crea vida en los
espacios,
da color a las cosas
y solo quiere besar.
Y lo mismo que un
árbol milenario
con ramas duras y
tiernas,
savias nuevas,
tronco de amor y de
esfuerzo,
flores de un día,
y raíces que se
hunden en la vida
y suplican su
alimento.
Y soy la naturaleza
toda entera,
que se rige por leyes
fijas
y por corrientes
guerreras,
que alteran las
neuronas
y cambian los
esquemas.
Soy una cosa creada
y muy querida,
una más,
con su parcela de luz
y sabiendo que está
viva.
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