Que el mundo en su ciega carrera
no deje de moverse hacia tu meta.
Que todos los cruces de caminos
no nos roben tu presencia.
Que nos inunden lágrimas
de alegría verdadera,
y no nos asuste el sufrimiento
y la dureza de la tierra.
Que seamos capaces de luchar
con ilusión de niño pequeño,
que nunca deja de confiar.
Que nos levantemos cada día
conscientes de nuestro hogar
infinito,
de nuestra débil materia
y nuestro alumbramiento único.
Que en cada instante la belleza
tome asiento en el mismo centro
de lo que somos y lo que hacemos,
y nuestros ojos sean capaces de
verla.
Que nos alcemos tras la caída
para seguir sintiendo tus brazos
y retomar la senda,
que nos orienta y nos guía
siempre a lo alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario