Dios y yo
tenemos iniciada una partida
cara a cara
en el juego de la vida.
Somos atraídos
como dos enamorados
que buscan complacerse
y cuidarse mutuamente.
Yo no sabía
las reglas de esta partida,
pero me invaden
en dosis pequeñas y diarias
ataques de confianza,
y parto con ligera ventaja
porque cuento con ayudas infinitas
que nunca me fallan.
Yo no veo
el rostro y la mano
que mueve las fichas,
solo siento la brisa que viene
en tardes tranquilas
y la paz que se queda
más tiempo
en mi compañía.
Mi imagen se acopla a su imagen
como en un espejo,
mi mundo se funde en el suyo
para estar entero.
Y nunca es azar
cuando muevo mi pieza,
corrientes ocultas
dirigen mi mano hacia ella.
En este pequeño universo,
en este tablero planeta,
yo muevo mi ficha,
yo danzo mi danza
y obtengo respuesta.
1 comentario:
Besos, hormiguita
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