A la orilla de las aguas,
al lado del mar profundo
y de las corrientes en calma
me encuentro sola luchando
por toda la humanidad,
mis pasos dejan su huella
junto a otros que no están.
La soledad pesa menos
cuando tienes donde andar.
Las batallas que yo libro
se entablan en lo más hondo
entre mi yo y mi fuente,
mi yo dice que imposible,
mi fuente caracolea, me impregna
y aguarda pacientemente.
El buscador que yo soy
sigue viendo grandes cosas
agazapado allá adentro,
y se asombra con lo pequeño,
con el destino que teje con sus
manos
casualidades en los encuentros.
Envíame a mil batallas,
déjame andar con mi pueblo,
déjame tender mis puentes
y derribar las murallas
que me apartan de lo eterno.
Será dichoso aquel día
en que yo no tenga miedo,
en que tú y yo y él
seamos un yo completo
y mis perdidas batallas
tengan un hueco en tu pecho.
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