Yo sirvo a un rey bondadoso,
que vive en lo hondo
de mi universo y de mis estrellas,
de mis sonrisas y de mis venas,
y en el mismo mar,
en los colores de tu mirada,
donde se acaba mi piel
y mis deseos,
donde comienza la aurora
y mi mismo centro.
Yo le ofrezco por las mañanas
amaneceres entre mis sueños,
y le dejo mis manos,
le presto mis besos,
le hablo a oído,
le siembro en silencios.
Él me regala días,
también amigos,
me bendice con hijos
y con encuentros,
conquista mi espacio
y mi corazón
sonrisa a sonrisa,
verso a verso.
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