Me gusta el dios con minúsculas,
el que tengo a mano,
al que le cambio de nombre
cada momento del día,
al que le convierto en flor,
en letra, en poema,
en duda, en pregunta,
en risa, en amigo.
El que cuando llega la noche
y se me apagan los besos,
paciente me espera,
me envuelve en silencio,
comparte conmigo
la misma tristeza
y el mismo dolor.
Me gusta un dios con letra pequeña,
con cara de amigo
y suave presencia.
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