A los que no creen en nada,
quiero decirles que soy su
hermana.
Para los musulmanes,
soy musulmana,
también me postro,
con la cabeza sobre la tierra,
alzo mis brazos al infinito
y soy amiga de su profeta.
Con los budistas, soy eslabón
en una cadena y vivo mi karma.
Soy como el polvo, arrojado
al aire
de una existencia,
Y ser consciente
es mi única meta.
Me uno a los que hacen
práctica zen,
y como ellos,
cierro los ojos,
busco el silencio,
respiro hondo.
Con los que son judíos
recito: escucha Israel,
para vivir,
tienes que amar al Señor
y a tu hermano,
con todo tu corazón
y todo tu ser.
Como cristiana,
creo en Jesús de Nazaret,
abierto y hombre,
hijo y hermano.
Y jamás quiero juzgar,
veo siempre motivos para amar
y para estar al servicio
de toda la humanidad.
Para quien cree en el ser
humano,
yo le comprendo
y me siento humana.
Con los buenos, quiero ser
buena.
Como los malos, también soy
mala.
Todos los dioses del universo
son mis amigos,
todos me animan y me dan
fuerza,
todos me guían.
Me uno a ritos y a creencias:
yo soy de Allah,
yo soy de Cristo,
yo soy de Buda
y soy atea.
Bailo la danza de las
estrellas,
soy peregrina,
viajo a la vera de peregrinos,
sirvo a los cielos,
piso la tierra.
Con el que muere, soy moribunda
con el que nace, soy
prisionera.
Vivo en un sueño
de muerte y vida,
de sol y niebla.
Y entono un canto,
hondo y ardiente,
de amor y llanto,
para que llegue
a mi hermosa luz
a mi dulce fuente.
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