Mientras yo
muero en cárcel sombría,
en mi cielo tan
azul
se desarrolla la
vida,
con explosión de
matices,
entre nubes
quebradizas
se anuncia el
día.
La oscuridad
está de rodillas
ante el sol que
nace como un niño,
en cuna dorada
y en aguas
tranquilas.
Mis ojos, con
prisa,
esperan la luz
que me envía.
El aire se
estrena.
La ciudad
despierta.
Me iré tras el
sol,
no quiero
perderle de vista,
me haré compañera
del día.
Uniré mi canto
al de los
paisajes.
Cuando el sol ya
sale,
su fuerza me
tira,
mis ojos se
inclinan.
Cuando el sol se
eleva,
yo me voy tras
él,
mi impulso me dice:
camina, camina.
Tengo que
seguirle
hasta que se
oculte,
cansado, y lo
pierda.
Tengo que
quererle,
es mi única luz
sobre las
tinieblas.
Siguiendo mi
rumbo
recibo el calor
que me envía.
Mi cuerpo
sonríe,
sonríe mi
vida.
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