Mi
creador una mañana
puso
luz a las estrellas,
le
dio las aguas al mar,
se
convirtió en ser humano
y
se adueñó de la tierra.
Quiso
que todos los ríos
tuvieran
la misma meta
y
que los días corrieran,
igual
que certeras flechas.
El
rostro de mi creador
no
lo puedo averiguar,
se
me escapa como el agua
entre
mis dedos,
como
el aire al respirar.
Se
me aleja
cuando
creo que me acerco,
me
sorprende
cuando
menos me lo espero.
Se
dedicó a bendecir
todo
lo que iba creando,
a
derramar su belleza
en
caminos transitados,
en
desiertos pedregosos
y
en mi corazón humano,
y
me concedió el honor
de
sentirme como en casa
y
ser un niño en sus brazos.
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