Me siento elegida para la vida,
asistida por mis espíritus,
espectadora de mi gran viaje,
compañera de las flores y los
árboles,
exploradora de mis abismos,
premiada con cada amanecer,
portadora de buenas noticias,
buceadora de aguas trasparentes,
reparadora de pequeñas heridas,
hechicera de mis horas,
transmisora de la energía.
Me reconozco como madre y como
hija,
como esposa y como amante,
como compañera universal
y como hermana.
Me sitúo dentro de mis anhelos
y de mis desgarros,
junto a todos los peregrinos
que cargan su vida al hombro,
errantes por los caminos.
Me siento infinitamente pequeña
y a la vez dueña de todo,
increíblemente torpe
y a la vez plena de sabiduría,
enormemente humana
y al mismo tiempo habitante del
misterio.
Me sé sedienta de todas las aguas
y todas las fuentes
que riegan mis entrañas,
y de los vientos aventureros
que me acompañan.
Me sé hambrienta de cualquier
palabra
que sale de tu boca,
cualquier día,
a cualquier hora.
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