Quiero tener preparadas
las maletas de mi vida verdadera,
escoger nuevo equipaje,
elegir cantos y versos que no
mueran,
tratar con cariño lo que aquí
queda,
aguardar mi llamada
mirando a lo hondo de la tierra,
y llevarme conmigo el regalo
de los tiempos de espera que me
siembras.
Ofrecer a la vida una poesía
de gestos de alabanza,
para en el último minuto
volver a casa.
Mi hogar verdadero
es grande y eterno,
y yo lo recorro a diario
con los ojos vendados.
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