No puedo perder a Dios,
en él se esconde mi amante
y mi amigo,
en él anida mi amor,
se funden en un abrazo completo,
en un círculo encantado,
en un apretado beso.
No puedo perder a Dios,
en el murió mi maestro,
hacia dentro,
hacia el centro del vacío.
En él se fundió su piel,
de su unión brotó un aliento,
una llamada encendida,
que ahora vive conmigo
y es a la vez Dios y Amigo.
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