domingo, 29 de noviembre de 2020

Y si le llamamos armonía

 

Y si le llamamos armonía.

Armonía de los contrarios, de los opuestos,

de lo guapo con lo feo,

de lo grande y lo pequeño,

de las galaxias que cuidan a sus estrellas,

y del universo de dentro.

 

De las manos que se entrelazan,

armonía en la esperanza

y en las esperas más largas,

en los encuentros y en los colores,

en los paisajes,

en la fuerza de la hierba

y de las flores.

 

La armonía de lo creado,

de lo que es nuevo y lo que murió,

los ya repetidos pasos

y las risas que se suceden con los llantos.

 

Y si le quitamos la etiqueta Dios

y le volvemos a bautizar

como armonía del corazón.

 

Y si borramos los mundos

que no nos sirven,

y jugamos a crear frases,

a poner calles

y ensamblar los adoquines

con la ternura tan necesaria,

a repartir risas como claveles,

y si nos dedicamos a cambiar

nuestra mirada y a ser originales.

 

Y si dejamos por fin de mirar hacia la nada

y levantamos los ojos hacia la vida

que solo ama.

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