No recuerdo dónde me perdí
intentando recomponer mis trozos
con sentido,
ni sé cuántas veces más
me perderé,
si pretendo ser yo la que dirijo.
No me di cuenta
en qué encrucijada
me tomaste de la mano
para mirar de frente a mi destino,
que tú mismo me habías preparado.
Ni me acuerdo ya
cuándo fue el instante exacto
de mi nacimiento al infinito,
en que se borraron
las fronteras de la carne
para dejar paso a lo divino.
No sé en qué momento del día,
ni en qué lugar me encontraba,
cuando recibí la visita
de la vida que venía
para cantarme al oído
bella canción de esperanza.
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