Dios no está en el cielo,
abandonó las lejanías
para respirar mi mismo aire
y aposentarse en mi cuerpo.
No busquéis entre los cometas,
ni en lo que no vemos,
él es mi persona
y todas las otras.
Dios está en el suelo,
al lado, delante, detrás,
dentro,
en mi trabajo y en mi descanso,
cuando me despierto
o cuando me apago.
No miréis a las galaxias,
a la creación que inició
ni al final de los tiempos,
él siempre es presente
como tú y como yo.
Nunca se ha escondido,
su luz es la vida,
su grito es eterno,
nunca se ha callado,
toda mi existencia
es suave latido
en su regazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario