A mí no me engañas tiempo,
tú no mandas.
Yo tengo un hueco,
que permanece siempre en presente
y que no cambia,
tú no le afectas.
Tu eterna prisa nunca le alcanza,
tu voy y vengo de aires grandes,
la rigidez de tus calendarios,
que nos atrapan en dulce sueño,
como las telas de las arañas,
penamos dentro,
vivimos muertos,
te crees el dueño del universo.
Solo me sirves de sucio espejo
en el que busco, entre la bruma
de mis ensueños.
Veo en tu cara mi aspecto nuevo.
Yo me construyo fuera del tiempo,
lejos del aire recibo ayudas,
que recomponen lo que está roto.
De mis miradas y de mis gestos
recogen trozos.
Piezas divinas, que se me estaban
apolillando,
luces sin luz,
voces sin alma,
en laberinto de tiempos muertos.
Porque yo vivo
en construcción,
fuera del mundo:
en el vacío.
Fuera del tiempo:
en mis silencios.
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