Hablar sin interrupción
con la vida,
con el cielo,
con el mar,
con mis deseos,
en un diálogo hondo,
como buenos compañeros.
Hablar yo sola,
en atrevido gesto
y ternura nueva,
sin más ensayos
y sin ver ni adivinar
tu figura verdadera.
Hablar a gritos,
libres y llenos,
y solo aspirar a ser
beso de aire,
rastro de luz,
rumor de agua.
Y levantarme cada mañana
para seguirme hablando a la cara,
y poder hacer derroche
de esencia humana.
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