viernes, 18 de septiembre de 2015

La semilla de la paz



Quiero plantar en mis manos
la semilla de la paz,
para que eche sus raíces entre mis brazos,
sobre mis hombros, en mi regazo.
Y abonarla con la ternura de mis entrañas
y dejarla madurar en alegre soledad.

Yo regaré los nuevos brotes
que crecen y viven en mi persona,
y seré su sabia jardinera,
su más fiel compañera y servidora,
su amante más ardiente,
su humilde defensora.

Quiero sembrar mi suelo con tus palabras
y recolectar encuentros,
consejos y enseñanzas
y entretejer mi vida
con perlas de esperanza.

Quiero hacer un pacto con la calma
y con la luz
que hunde sus reflejos en mis aguas.
Y caminar a la vez con piernas
y con alas.

En todos los senderos
me siento acompañada
por las flores que brotan,
por las sonrisas que abren rejas y ventanas,
y por los corazones que rompen los barrotes
tan solo con su mirada.

Quiero tener autoridad
para convocar lo mejor de mi persona
y a la luz de mis estrellas,
defender a toda la tierra.
Abrir ríos para las lágrimas,
quitar compuertas,
curar heridas abiertas,
sanar a los que están tristes,
contagiar mi luz y mi fuerza,
anular todas las injusticias
con mi calor y con mi presencia.

Entonaré una canción atrevida y asombrada
que cruce los mares y las montañas más altas,
llegaré a la otra orilla de mis deseos
y crearé lugares y paisajes nuevos.

El rescoldo de un amor me ha transformado,
ya no quiero medianías ni sobras
ahora soy poderosa,
la esencia de la vida está a mi servicio
y yo hablo de tú a tú con el infinito.

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