Para todas mis hermanas y mis hermanos de la Tierra en el Día de la Paz:
Esto
es una declaración
a
favor de ti, persona,
esto
es un ave dichosa
que
sale de mi boca:
esto
es una bendición.
Porque
vivimos ensamblados,
espalda
con espalda,
porque
lo que a ti te pasa
es
parte de mi vida
y
tu energía me da alcance
y
se mezcla con la mía.
Porque
tú temes y yo temo,
yo
me hundo y tú me ayudas,
tú
te afliges y yo rezo.
Yo
me dirijo a ti, persona hermana,
como
ovejas de un mismo rebaño,
que
atienden al único pastor,
alimentadas
con las aguas
y
los aires del misterio,
y
abrazadas a este mundo,
sin
entenderlo.
Yo
me uno a ti y te acompaño
en
este viaje sorprendente y largo.
Vienes
con nombres conocidos
y
también sin imagen y sin nombre
a
mis orillas,
a
mi vida que es la tuya,
y
es la Vida.
Necesito
tu apoyo y tu fuerza
para
andar los caminos,
que
tus manos se unan conmigo,
porque
sé que tu ser
es
idéntico al mío.
Y
aferrada a la madre tierra,
necesito
decirte que te doy mi confianza
y
que en ti confío.
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