Saludo al dios de las pequeñas cosas,
de las más insignificantes,
de las que no importan nada,
como anhelar y suspirar.
Saludo al dios que maneja mis hilos,
eleva mis brazos,
me mueve los labios,
me enseña a rezar.
Saludo al dios que descubro
en los ojos que me miran,
es inocente y sincero,
noble y leal.
Le reconozco y le quiero.
Saludo al dios que me hace travesuras,
consiente que me equivoque,
que no comprenda y tropiece,
que vea borroso y me queje.
Saludo al dios que me acompaña
en las horas bajas,
que tiene paciencia,
espera a mi lado.
Es entrañable y me ama.
Saludo a todos los dioses
que se encargan de mi persona,
de que pueda soñar y pisar tierra
al mismo tiempo,
difícil equilibrio.
Saludo a los dioses de mis hijos y amigos,
deseo que se lleven bien con los míos,
que se busquen y quieran estar juntos,
que nos guíen por los mismos caminos.
Saludo al dios que me ayuda a escribir,
me da las palabras,
me empuja la mano,
me mira en silencio
y vela por mí.
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