Me lanzo en oración
hacia mí misma,
y hacia el aire
que respiro y me alimenta
sin yo pedirlo.
Me refugio en unos brazos
cercanos e infinitos,
me olvido de obligaciones y
horarios,
me refugio en el sentido.
Cojo entre mis dedos trozos de azul
cielo
y en mis bolsillos meto alegría
que me hace falta para el camino.
Mientras mi boca respira,
yo cuido el fuego de mi esperanza
y de mi esencia divina.
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