Hoy
me ha despertado una poesía,
yo
no quería escucharla,
pero
ella de nuevo insistía,
estaba
inquieta por hablarme.
Mi
poesía tiene su propia vida
y
es impaciente,
por
eso me ha forzado a levantarme,
porque
quiere existir,
para
ella es importante.
Y
depende de mí,
pobre
escribana,
despistada,
olvidadiza
y
ciega,
mi
poesía tiene mucho trabajo.
Pero
ella no se rinde,
me
cautiva con sus palabras
y
me alcanza con sus frases hechiceras,
misteriosas
y mágicas,
y
me empapa con sus limpias aguas.
Mi
poesía y yo
hemos
llegado a un acuerdo,
si
yo me cuido,
ella
me deja admirarla,
si
yo me mimo,
ella
me enseña su danza.
Por
eso le he hecho un hueco en mi vida,
le
he concedido espacio y tiempo
en
mi pozo más profundo,
en
lo más hondo del alma,
donde
se encuentra a sus anchas,
donde
celebra sus fiestas
creando
versos con las palabras.
Donde
podemos abrazarnos
como
hermanas,
y
emprendemos
nuestra
increíble aventura,
enamoradas
de
un universo de estrellas
y
de personas humanas.
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