Que yo no te tape la luz,
que yo no te quite la vida,
que yo no te corte las alas,
que yo no te ahogue en un pozo
profundo,
que yo no te mate,
que yo sea tu amiga.
Que el viento me invada por todos
mis poros,
y la luz se instale en mi mismo
centro,
que tenga mis puertas y manos
abiertas,
raíces al aire y ramas extensas.
Que mi boca se abra para el
alimento
y mi voz se mezcle con todas las
voces
que hablan y miran al cielo,
que mi cuerpo sea testigo entre
otros cuerpos.
Que el mundo, en su ciega carrera,
no deje de moverse hacia tu meta
y todos los cruces de caminos
no me roben tu presencia.
Que me inunden lágrimas
de alegría verdadera,
y no me asuste el sufrimiento
y la dureza de la tierra.
Que me levante tras la caída,
para seguir sintiendo tu mano
y retomar la senda,
que me guía siempre a lo alto.
Que yo sea capaz de luchar
con ilusión de niño pequeño,
que nunca deja de confiar.
Y me levante cada día
consciente de mi hogar infinito,
de mi débil materia
y mi alumbramiento único.
Que en cada instante la belleza
tome asiento en el mismo centro
de todo lo que soy y lo que hago,
y mis ojos sean capaces de verla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario