El otro día volando entre las
palabras
y entre mis sueños,
alcancé a ver la alegría de tu
cara,
y me dediqué, gozosa,
a espiarte por los rincones
y a dar gracias.
En medio del universo
situé un pequeño altar
con todo lo necesario:
la luz de mis ilusiones,
la belleza de la vida,
la soledad de mi alma
y la armonía.
En el altar una ofrenda
y unas frases perfumadas
y recién cogidas.
Los ríos bajan del cielo
en busca de un mar secreto
que yo tengo en mis entrañas,
y yo bordeo los cauces,
y yo sondeo las aguas,
de madrugada.
Mi ofrenda era yo misma
soñando mundos amados,
tumbada sobre mi tierra,
que es una cuna de barro
bañada por los colores,
abierta al inmenso espacio.
Mi boca se abrió con calma
para alumbrar la palabra,
única
y escogida,
con la que celebrar
mi nacimiento a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario