Desde detrás de este muro
te llamo a ti,
Padre bueno,
Dios de los mundos.
Solo quiero ser consciente
y gozar de tu presencia
en cada instante de mi vida,
no pido milagros extraordinarios,
solo ver tu mano amiga
en todo lo que soy
y lo que hago.
Extender mis débiles raíces,
recoger cosechas mágicas,
rayos dorados,
para después esconderme
y contemplarlos,
y aspirar los aromas infinitos
que vienen en forma de energía
y de fuerzas pasajeras.
Porque ya he perdido la razón y la
cordura,
a toda hora te grita mi corazón,
y tengo mis puertas abiertas
para que vengas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario