Empezarte en la mañana,
saborear momentos,
silencios,
dichas solitarias,
tiempos sosegados,
y tomar mi parte en la creación
como hoja mimada por el sol,
y poner el acento en la bondad
con un fondo de días dolorosos
y al mismo tiempo bellos.
Traer a mi boca
palabras que me aman
y me asombran,
y me hacen decir sí
en todos los recodos de la vida,
y me reconstruyen pieza a pieza,
entre luces y tinieblas,
hacerme aliado de la paciencia
y de la espera,
sin dejar encuentros que me enseñan
y alimentan.
Y despedirte cuando el día acaba
con retazos de alegrías
mezclados de tristezas,
con restos de infinito entre mis dedos
y entre mis sueños,
con cansancio en la mirada,
satisfecho
como un niño pequeño.
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