La siembra que ya está plantada
nos pide ternura y cuidado.
Echemos el agua de nuestra amistad,
reguemos con ganas raíces y brotes y
ramas.
Que quede empapada la tierra del divino
aliento,
que queden los surcos humanos contentos.
Que las aguas laven miradas, palabras y
actos,
que dejen bien limpios acciones y
espacios.
Las aguas que son del Espíritu que
vuelvan a él
cargadas de nuestra energía y cansancio.
Son aguas sagradas que vienen del
inmenso océano
y llenan nuestros corazones de gestos
humanos.
Un día tras otro cuidaremos hojas,
podaremos ramas
crearemos sendas de encuentro y de unión
entre hermanos.
Que todas las vidas seamos una sola
Vida,
que todos los seres nademos en aguas
profundas, divinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario